viernes, 5 de enero de 2018

72. TERTULIA, de Francisco Javier Aguirre

Si los duelos que libraban nuestros antepasados, ya fueran a espada, sable o pistolón, causaban duelos mayores entre sus deudos, sin reparar el baldón provocado en el blasón de los afectados, ¿no sería más provechoso, y sobre todo más caritativo, reconvertir aquellas pugnas en retos de habilidad, debates periodísticos, competiciones deportivas o juegos florales?, preguntaba doña Úrsula a sus amigas en la tertulia matutina , proponiendo una idea que le había dictado la sabiduría de la almohada recién liberada de rulos y horquillas.
No, le replicaron tres señoronas al unísono, porque la vida es dolor y sin duelo no hay consuelo.
Ni alegría cuando concluye la desgracia y se abren las puertas del infinito, añadió doña Eduvigis, que de mayor quería ser poeta.
La conversación terminó en trifulca. No se retaron a duelo al ser ya todas madrinas, además de combatientes feministas; no estaba permitido retornar a la vieja usanza de los padrinos.
Un síndrome machista, además, recalcó doña Leonor, que aspiraba a rejuvenecer para dedicarse a la política, donde se prodigan los duelos oratorios entre los contrincantes.
Acabada la tertulia, requirieron los chales, se calaron los sombreros, miraron al soslayo, fueron desfilando y no hubo nada.

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