Es de noche. Otro día más de vida. Camino por los pasillos, llenos de una inmensa soledad, soledad que se ha convertido en mi hogar. Rozo mi mano contra la pared, con suavidad, acariciándola. Escucho esos susurros… Quizás llevo demasiado tiempo oyéndolos.
Salgo fuera, quiero ver el mar. Quiero su calma. En el cielo se proyecta una luna nueva, un punto negro que resalta en la obscuridad. Llego, me siento. Observo la vastedad del océano. Escucho el rumor de las olas. Me relaja… Pero sigo oyendo ese murmullo. Ese murmullo que me extorsiona diariamente. Que no me deja en paz, que parece no tener fin. No puedo más. No puedo seguir adelante con este recuerdo. No puedo seguir viviendo. No puedo ser sin ti. Tomo aire, tomo consciencia de lo que va a pasar a continuación, de lo que estoy a punto de hacer. No puedo evitar sentir miedo. Pero así lo he decidido. Me dejo caer. Mientras me acerco a mi muerte, pienso en ti. En lo bella que eras, en lo perf...
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