miércoles, 31 de enero de 2018

355. D.E.P. ABUELA QUERIDA, de Silvia García

No sabría donde se inicio la partida, quería verte y volví aquella residencia como de costumbre, cada domingo y cualquier día.
Pero esta vez llegaba tarde, no pudimos rezar, despedirnos lo hicimos muchas veces, cuando en ocasiones la muerte te increpaba. Y la noticia se amontonaba en la mente y el corazón maniatado ante la evidencia de tal fisura. Extasiado el sentido de la conciencia. La verdad atragantada en el gaznate, asimilar lo inevitable. ¿Quién puede remediar el inicio? ¿ Y esquivar el tránsito?
La pérdida va dejando una cicatriz.¿ Duele más perder a alguien que nunca más volverás a ver? ¿O el saber que existe aún en una cavidad abierta de tu ser? ¿Es tal vez la tristeza duelo de la depresión? Ó viceversa.
Empatía ante un sufrimiento continúo. El recuerdo es una tortura mortificante y el reto de aceptar una realidad distorsionada. Y vas ahogándote en un mar de lágrimas que brotan como un océano enfurecido. El consuelo rehúye ante el desconocido, el ánimo es perverso con uno mismo, intentas retomar el vuelo entre el día a día, envuelto entre tonos negros con matices grises. La compañía ayuda pero no lo suficiente para paliar con descanso y alivio.

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