miércoles, 31 de enero de 2018

327. CÁNTICOS DESDE GROENLANDIA, de Luis Serrano

Todo está desenfocado: azul oscuro, blanco y negro; oscuridad eterna y luz vertiginosa. La tormenta de los deseos canta al son de la luna, brillante como siempre y siniestramente hermosa. Ilusos mis ojos que no pueden dejar de mirarla.
Las sonatas celestiales susurran mis oídos mientras el fulgor de la eternidad continua acechándome, temiendo que pronto exhalare mi último aliento. El frio se apodera de mí y los vientos glaciares comienzan a enterrarme. Estoy en la antesala del infierno, y mis fuerzas para seguir con vida se van apagando como una vela que se consume con el tiempo.
En cuestión de minutos pereceré. La montaña me ha vencido, perdiendo así la batalla de la vida. Todas mis extremidades están completamente heladas. El peligro que suponía este lugar, era algo tan efímero, que jamás pensé que lograría derrotarme.
En el ocaso de mi existencia, decido cantar una melodía rítmica, un réquiem boreal, mientras el cielo sigue estrellado y la luna cada vez más hermosa. De repente un rayo de luz cegador comienza a recorrer el firmamento, una estrella fugaz que llora ante mí, y sigo cantando, esbozando un deseo, deseando una melodía o un sueño desde Groenlandia.

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