Cuenta la leyenda que al entrar en su cámara llamó al nigromante…
“Maestro…”
Pero este no le respondió.
Poseído por un arrebato, el aprendiz se arrojó sobre los estantes de la biblioteca prohibida…
“Tratado de Geomancia, Ensalmos Nocturnos, Abraxas…”
Temiendo la llegada del zahorí, los anhelos del joven buscaban el libro que su alma ansiaba encontrar…
“El Sello de Salomón, Teúrgica Clásica…”
Y entonces sucedió el milagro…
“Remedios al Amor.”
Al precipitarse las manos sobre el ajado códice, los goznes de la puerta sonaron, chirriantes, a su espalda.
Cayendo al suelo, las tapas del milenario volumen se abrieron a la luz…
Y justo mientras el zahorí se aprestaba a prenderle, los afanosos ojos del joven lograron capturar la inmarcesible belleza del primer aforismo…
“El amor es fuego dentro del fuego…”
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