miércoles, 31 de enero de 2018

349. TREGUA PERPETUA, de Elisa Sánchez

La ventana abierta dejaba al descubierto la habitación donde Galindo, hele allí sentado, ataviado con albornoz y babuchas, jugaba al ajedrez.
Batallaba una guerra personal, cual dos caballeros que blanden sus espadas aún siendo de un mismo bando. Mas aquí los algoritmos y la destreza, mezclados a sorbos de vino, arbitraban una justa de lances mentales consigo mismo.
¿Dónde estás mi contrincante, amigo? ¿Cuán lejos quedaron aquellas tardes de movimientos difíciles de adivinar en partidas que despedían el día?
Cansado me hallo de treguas pactadas intencionadamente. Las victorias reflejadas en mi derrota. Y sin embargo, esperando siempre el jaque.
Como respuesta, un leve balanceo de la cortina, un viento mudo que recorre la casa.
Y en la mesa un plato de duelos y quebrantos.

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