miércoles, 31 de enero de 2018
347. FRIOLERO, de Elena Bethencourt
Te rodeo con mis brazos para darte calor en esta gélida noche de marzo. Primero lo intento con el calor de mis besos, después con el aliento, pero no consigo que aumente tu temperatura. Luego, desesperada, te cubro con mantas y con mi propio cuerpo pero tú sigues muerto de frío. La chimenea está encendida y el calor se vuelve insoportable en la sala. El sudor de todos los presentes encuentra los mismos caminos que el llanto en este duelo. Sin embargo, tú, hijo mío, estás frío como un muerto… El crematorio mañana es la única esperanza que me queda.
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