-¡No soy el culpable!- gritó su corazón al cielo agobiado de reproches. Los ojos, recorrieron aquellos jardines tan verdes atestiguando esa verdad, y le respaldaron, como solo una mirada sabe hacer; derramando lágrimas que arribaron a los labios, donde se mezclaron entre suspiros.
-¿Así termina todo? ¿Ya está? ¿Como si fuera un embuste lo que pasó?...
-¿¡Dónde está el culpable!?- gritó su corazón, herido de amor, sin saber donde escapar.
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