sábado, 27 de enero de 2018
245. DUELO DIALÉCTICO EN TELEVISIÓN, de Sandra Fernández
El director de una de las cadenas televisivas más vistas del país quería crear un programa de debate de actualidad cuyo formato fuera novedoso: los turnos de palabra deberían respetarse, las opiniones se expresarían con argumentos sólidos y las malas formas no estarían permitidas. Los dos invitados estrella en el primer programa fueron Góngora y Quevedo. Escritores de gran prestigio, eran conocidos por los ataques cargados de originalidad sarcástica que se lanzaban continuamente entre sí. El debate en la primera parte transcurrió con normalidad. Durante la publicidad la directora del programa dio nuevas instrucciones a los tertulianos: la audiencia estaba siendo floja y había que animar el duelo dialéctico para alcanzar un porcentaje de cuota de pantalla mínimo y que no desapareciera de la parrilla. En la segunda parte el ambiente fue subiendo de tono. Las intervenciones eran cada vez más agresivas: acusaciones, gritos, insultos. Góngora y Quevedo se incomodaron: no era lo pactado en el contrato. Pero pronto se repusieron. «Poderoso caballero es don Dinero», pensó Quevedo, mientras tocaba el cheque que reflejaba varios ceros guardado en el bolsillo interior de su americana.
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