jueves, 11 de enero de 2018

95. LA PUÑALADA TRAPERA, de Jesús A. Redondo

Vino de fuera. Me sorprendió, a pesar de su juventud, el aire de soberbia de su mirada cuando me retó.
Comenzamos el duelo a primera hora de la mañana. Sus asaltos de florete terminaban siempre en batimientos y mis 9 matrículas de honor en el COU supusieron otros tantos tocados en su pecho. No obstante su presunción se mostraba intacta.
Pasamos a un arma más exigente y de nuevo el sable de mi flamante título universitario de licenciado por la Universidad Comercial de Deusto dejó marcados sus brazos y mi sobresaliente en el Proficiency de Cambridge impactó de lleno en su cabeza rebajándole en algo la petulancia.
Cuando tocó luego asir la espada bajo el releganche, mi trayectoria profesional y mi experiencia tocaron sus piernas aflojando su orgullo.
Nervioso busqué en el tablón informativo mi merecido ascenso a Director Financiero. No lograba encontrar mi nombre en las listas cuando oí a una empleada comentar con otra:
─ Mira, han nombrado al sobrino del presidente, sí, a ese chaval rubio, que por cierto está buenísimo.
Aquella cuchillada trapera de su puñal de la mano izquierda me condenó de por vida a ser uno más de los chupatintas del departamento de contabilidad.

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