martes, 9 de enero de 2018

88. DUELO, NO AL SOL, SINO A LA SOMBRA, de Eva González

Atiendan vuestras mercedes a esta la muy verídica y fabulosa historia, acaecida, por mor de detalle, a muy pocas leguas de donde ahora nos hallamos. Corría el año de no me acuerdo, cuando la hija de un notable caballero, ducha en cosas de planetas, cálculos y similares filosofías, lanzó el más prodigioso reto que se recuerde por estos lares. Doña Florinda de Sablé, nombre de la interfecta, anunció que en duelo lucharía contra su propia sombra, y que a esta ganaría en estoque magistral. La noticia llegó incluso a oídos del rey, quien no dudó en confirmar su asistencia en tan increíble hazaña. El día señalado, el patio del palacio, propiedad de la familia de nuestra protagonista, bullía en expectante abanico de incrédulas miradas. Locura para unos, chanza para otros, el hecho había despertado interés casi mundial. Se inició el lance, muy igualado. A la par el cielo se iba oscureciendo, a pesar de ser mediodía. Un eclipse ocurría, como ella bien sabía. Instantes antes de que el día se tornase noche absoluta, lanzó una rápida estocada contra su desprevenida sombra, que desapareció junto con la luz del sol. Efecto magistral, pues todos creyeron verla morir a manos de Florinda.

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