martes, 9 de enero de 2018

84. DE DUELOS (Y QUEBRANTOS), de Andrés Rosselló

Los Almendroseco caen en duelo. Es tradición. Una maldición pesa sobre ellos. Cuentan que un Almendroseco mató a un Laureloliente, hijo del patriarca gitano. Su hermana condenó a los Almendroseco a morir en sus mismas circunstancias: a los cincuenta y cuatro años de edad, en un duelo.

-Esposo, este año me muero. Tras tres años de duelo sois libre para olvidarme.
El último aniversario de Laura Almendroseco es una gran celebración de su asesinato venidero.
-¿Cuánto te queda, primo Enrique?
-Cuatro meses y veintitrés días.
-Ya habrás empezado con todo el papeleo... Abuelo Enrique fue muy previsor: dejó listo todo a los catorce y aún pudo vivir tranquilo cuarenta más.
Laura Almendroseco sale cada día con su viejo revólver.
-Esposo, pronto haré cincuenta y cinco, y aquí me veis. ¿Qué hago mal?
-No te esforzarás lo suficiente.

Muere primo Enrique con puntualidad de reloj. Le retaron en la playa. Los días, las semanas pasan. Los meses, los años pasan. Doña Laura los ve pasar.
Cuando contaba noventa y seis años se le atragantó la comida. Duelos y quebrantos. Doña Laura vivió lo que no pudieron vivir los demás Almendroseco, pero no pudo escapar a su destino.

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