sábado, 27 de enero de 2018

247. SEMPITERNO AMOR, de Alicia Belén Torres

Paradojas de la vida… Jamás pensé que la espada que juré blandir para protegerte, sería la que nos acabaría distanciando. Una serie de catastróficas desdichas me llevarían a desenvainarla, para hundir su lacerante punta en el vil Teobaldo. El cielo sabe que, en el fondo, no deseaba acometerle ―bien me conoces―, pero comprende que Mercucio era como mi hermano… Reconozco que aquel duelo nunca debería haber tenido lugar. Me dejé arrastrar hacia el averno… Ojalá hubiera sido más cabal, sin embargo, mi mente se nubló. Tendría que haber apelado a otro tipo de justicia…
Y ahora, desde esta recóndita atalaya, oteo en el lejano horizonte cómo el astro rey comienza a despuntar. Aquí, confinado, soy preso de mis tribulaciones, que continuamente me atormentan. Y donde cada día asisto a otro duelo muy distinto, al de mi alma, que fenece por momentos por no tenerte a mi vera. Julieta, amada mía, cómo te añoro… No podré permanecer eternamente en este amargo impasse. Tarde o temprano habré de volver a verte para rodearte con mis brazos y sentirte mía. Espero que el viento, con su murmullo, te haga llegar estas palabras que cada mañana pronuncio, al tiempo que imagino que me escuchas.

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