viernes, 19 de enero de 2018

164. HABITACIÓN 501. de Mercedes Avelleira

Camino con rapidez hacia el ascensor, como cada tarde de este caluroso julio. Planta quinta habitación 501. Allí él me espera. Su cansado cuerpo descansa abatido. Me mira al entrar y sonríe. Corro a abrazarlo.
-¡Estás aquí otra vez!.
Sé que se alegra de verme cada tarde, pero yo trato de disimular, consciente de que su vida se apaga.
-¿Sabes que te quiero?.
- Sí abuelo, lo sé.
Nos miramos mientras tomo su mano y lo acaricio. Una lágrima resbala por mi mejilla y respiro profundo para evitar el llanto. Quiero guardar en mi recuerdo ese último instante. Sobran las palabras.

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