Camino con rapidez hacia el ascensor, como cada tarde de este caluroso julio. Planta quinta habitación 501. Allí él me espera. Su cansado cuerpo descansa abatido. Me mira al entrar y sonríe. Corro a abrazarlo.
-¡Estás aquí otra vez!.
Sé que se alegra de verme cada tarde, pero yo trato de disimular, consciente de que su vida se apaga.
-¿Sabes que te quiero?.
- Sí abuelo, lo sé.
Nos miramos mientras tomo su mano y lo acaricio. Una lágrima resbala por mi mejilla y respiro profundo para evitar el llanto. Quiero guardar en mi recuerdo ese último instante. Sobran las palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.