domingo, 14 de enero de 2018

118. EL ENCARGO, de Manuela Vicente

En cierta ocasión recibí el encargo de pintar una hacienda. Su dueña, Lady Thompson, era una mujer muy bella y ciertamente engatusadora, cuando comencé a pintar yo no podía prever lo que se me venía encima. Ninguno de los dos tuvimos culpa de que el señor Thompson se enfadase al descubrirme enredando con el pincel en las curvas de su esposa. Antes de que pudiese hacer nada, me arrojó un guante y cifró la fecha del duelo. Como soy un hombre pacífico, rellené mi pistola y pinté la hacienda de nuevo, poniendo especial cuidado en la figura de una desconsolada viuda, llorando a su desaparecido esposo.

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