domingo, 14 de enero de 2018

104. CON CALZAS Y A LO LOCO, de Isabel Crespo

—¡Mujer soy! —exclamó doña Juana vestida con unas calzas verdes.
A escasos versos de terminar su comedia, Tirso tuvo que interrumpir su escritura y volver a sus quehaceres como Fray Gabriel.
Tras una larga jornada de oraciones y trabajo, cansado cayó en un profundo sueño donde, ante el literato y fraile, iban llegando mujeres con calzas de colores.
Entonces apareció doña Juana, disfrazada de don Gil, blandiendo su espada de fino acero mientras envolvía su capa en el brazo izquierdo y retaba en voz alta a que llegara a su presencia un tal Tenorio, aquel que a las mujeres burlaba.
Sorteando los lances de su imaginario rival, doña Juana con soltura y destreza, y con una técnica elegante, iba enumerando las afrentas de las que tenía que retractarse el burlador.
Las demás mujeres empezaron entonces a empuñar espadas y a alinearse en formación imitando los movimientos de doña Juana.
Tras el ruido de las botas de aquel batallón femenino, se oyó en la lejanía la voz quebrada de don Juan preguntando: “¿Tan corto me lo fiais?”.
En ese momento entre sudores fríos y aspavientos el dramaturgo y mercedario se despertó.

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