miércoles, 24 de enero de 2018
218. NO HAY UN VENCEDOR, de Alicia López
Como Góngora y Quevedo, mostrando más pasión que Calisto por Melibea, los políticos se baten en duelo para desprestigiar a su oponente. Ambos ansían lo mismo, y recubren o encubren de oro sus propuestas. Se vuelven galanes donjuanes con piel de cordero para deshacer sus promesas tras alcanzar su fin. Evadiendo siempre los mismos lances, comienzan el baile al son del “tú más”, donde la defensa consiste en un ácido ataque al contrario. Al terminar el combate no se puede decir quién triunfó. Todo depende del cristal con el que se mire y del cristal que cada cual tenga por ideología. Así, hay quien piensa que uno quedó ridiculizado por luchar como un fiero Don Quijote contra meros molinos de viento mientras otros le admiran por haber desarmado al rival. Lo cierto es que, a fin de cuentas, ambos salieron heridos por las acciones del otro. No hay un vencedor.
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