He aprendido de Otelo y, por más que me insinúan y me repiten lo
contrario, no dudo de la fidelidad de mi Desdémona. No aumentaré la
estadística de la violencia machista con una muerte más. Me niego a
admitir que ella me engaña y, si así fuese, no llegaría a violentarla.
Pero, no, no me es infiel, ni hablar. Y menos con mi ayudante Cassio,
disimulado y respetadísimo gay, que ya prepara ilusionado su boda con
Miguel Matas, es decir, conmigo. Claro que, antes de anunciar el
compromiso, tengo que romper con ella y vueltas le doy al modo de
alejarla de mi vida.
La ocasión llegó, por fin, pues Desdémona nos encontró juntos en la cama
a Cassio y a mí. No tuvo contemplaciones y me disparó a bocajarro.
Luego se suicidó. Cassio quedó traumatizado por la violencia de género.
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