Aquel día Ofelia se levantó muy contenta. Se acercó al tocador y cogió
el frasco de líquido rosa. Se bebió unos sorbos mientras buscaba ropa
vaporosa en el armario y se fue para el río. Mientras se estaba
sumergiendo pensaba en lo poco valorada que estaba Julieta y que su
tontería era debido a su dislexia. Sonriendo pensaba en el genial plan
de fingir ambas su propia muerte.
Lástima que aquel judío de Venecia no fuera más que un timador y que su
negocio de drogas fuera un fraude.
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