─¿Existe mayor infortunio que no saber cómo utilizar una silla? Ha de
ser un simple instrumento de descanso, o quizás un trampolín para
conseguir definitivamente una vida más placentera. ¡Ah, dilema
despiadado que te aprovechas de la tibieza de mi espíritu!
─¡Por Dios, qué cara de muerto tiene usted.
─Dormido, no más.
─Pues resulta poco noble hacerse el muerto estando simplemente dormido.
¿Y dígame: tiene sueños?
─Soñar o no soñar, he ahí una nueva incertidumbre inútil. ¡Déjeme! Solo
quiero acabar con la afrenta de arrastrar esta silla como un imbécil.
─Quizás ese papel que cuelga… ¿puedo ayudarle?… ¿me permite?…
(Leyendo)
«Enhorabuena por adquirir nuestra silla, especialmente recomendada para
usted. (gestos de sentirse observado)
Instrucciones:
• Asegúrese de tener cargada su voluntad.
• Súbase. (Invitándole a hacerlo)
• Cierre los ojos si siente vértigo.
• Notará los primeros efectos con un encharcamiento de los ojos, un
pegote de nostalgia en la garganta y el efecto Doppler en su piel con
una desviación paulatina hacia el azul.
• Si advierte síntomas de arrepentimiento, inicie un plan alternativo de
escape que nos ha debido solicitar previamente.
• De no ser así, utilice el recurso del pataleo e intente acudir
urgentemente al psiquiatra».
(Oscuro, ruido de silla y grito)
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