Después de ser aprisionado por Edmundo, un soldado quiso saber algo
antes de dar muerte al rey Lear:
- Preguntó a sus hijas cuál de ellas lo amaba más. Su hija Gonerilda lo
trató como un viejo inútil; Regania, como un vagabundo; y Cordelia, como
un fantasma. Después de tanta desventura, ¿a cuál de sus hijas ama
usted más?
El rey levantó su cabeza lentamente y miró al soldado con un brillo en
los ojos.
- Las amo a las tres hasta la locura que me ha de llegar por culpa de mi
propia vanidad.
- Es imposible amar a tres personas que han sido capaz de despreciarle y
disfrutar con el devenir de su ser y su reino – contestó el soldado
algo airado.
- Estás muy equivocado – respondió el rey con voz rota – Yo he sido el
que las ha despreciado. Pensaba darle mi reino a quien más me amara.
Quise comprar el amor de mis hijas a cambio de tierras y servidumbre.
Obligué a tres jóvenes engreídas a batallar por mero egocentrismo. Las
quiero a las tres por igual porque no son más que un reflejo de mí. No
son más que tres reinas Lear.
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