Romeo perdió su oreja en alguna trifulca mientras iba borracho y cuando llegó a casa, Julieta, cansada ya de su marido, le reprimió, cuando vio las gafas giradas sobre su cara.
- Si me hubieras llevado al teatro no habría pasado esto. ¡Y ten cuidado, que me manchas el suelo!
En ese momento, un mozalbete que había encontrado la oreja llamó a la puerta. Romeo, medio mareado por la pérdida de sangre, salió a recuperarla.
Fue tal el estropicio que tenía en el hueco donde estaba la oreja, que Julieta no tuvo otra opción que remendarlo sin posibilidad de colocar el apéndice. Ahora Romeo es conocido como “El hombre sin oreja” o “El hombre zurcido” y ya ha perdido tres pares de gafas. ¡Qué más da! Él nunca supo ver los problemas.
Muy bueno ;)
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