Todos se habían ido a casa menos él. Juan, siendo el becario, tenía el encargo de testar in situ las variaciones que habían programado los técnicos ese día.
Y allí estaba, en mitad del laboratorio, con Thor a la derecha y Asimo a la izquierda. Ambos eran robots humanoides con capacidad para el reconocimiento de expresiones faciales, desplazarse con las piernas o utilizar sus manos.
El primer test era sencillo. Consistía en comprobar el funcionamiento de las manos. Se tenían que intercambiar un guante entre ambos, con tan mala suerte, que se equivocó al teclear. La mano de Thor, salió disparada a la cara de Asimo. Éste, sorprendido, intentó descifrar la expresión facial para averiguar si ese acto de su compañero, era un desafío para batirse en duelo como, según aparecía en sus archivos, antaño ocurría.
Juan se puso nervioso, haciendo que, sin querer, se le cayera a Thor el guante al suelo, justo a los pies de su compañero.
Para Asimo, ya no había duda. La afrenta estaba clara. Ni reconocimiento facial ni nada. Recogió el guante, con cara de pocos amigos.
Thor presintió que, sin quererlo ni poder evitarlo, un duelo se había fraguado.
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