miércoles, 20 de diciembre de 2017

11. EL PRINCIPAL DESAFÍO DE TODO HOMBRE, de Antonio Presencia

Comenzó el último y definitivo lance, tenía a mi mortal enemigo contra la pared. Era mi última opción. Permanecí en guardia. Blandí el acero y, sin casi dejarle moverse, le ceñí la espada. Aparté un segundo la línea del punto, y él intentó un canillazo, pero falló. Me golpeó en la cazoleta del puño. Me afirmé nuevamente. La punta del acero hacia su rostro. Aturdido y acobardo mi retador cambió el compás de pies e intentó la huida, pero le corrí el punto, clavando mi espada a través de la suya, llegando a señalarle la herida. Mi desafiador quedó clavado en la pared, dolorido y negro de ira. De pies a cabeza.
Mi rostro se acercó a su cabeza negra. Mi sombrero de brillo bermejo tocó su negra montera. Rozando su rostro con el mío, le dije:
–Con vida te dejo si no me sigues. Si no intentas traición, ni ahora ni nunca.
Su silencio exhausto otorgó mi petición.
Sin perderle de vista me fui alejando del lugar. Allí quedó clavada mi sombra, triste y oscura, como fiel testimonio de que el principal desafío de cada hombre en esta tierra es la lucha contra sí mismo.

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