miércoles, 20 de diciembre de 2017
12 - UN DRAMA ROMÁNTICO, de Jesús Jiménez
Aunque aparentemente no había contemplado la escena de pasión que yo había mantenido con su esposa en el gabinete, el duque me estaba aguardando a la salida del palacete. Con un tono con el que aniquiló mi voluntad, me instó a montar en el simón y en silencio me condujo a las afueras de Salamanca. Sintiéndome culpable y sin saber qué argumentar, mi mente disparataba y se sumía en todo tipo de conclusiones absurdas. El carruaje se detuvo frente a las tapias del cementerio y el duque despidió a su conductor ordenándole que regresara en media hora. Me mostró dos pistolas, aseveró que no habría testigos para que su honor no se viera menoscabado y me dio la opción de disparar primero, conociendo perfectamente que yo era un mal tirador. De noche y a treinta pasos, apenas si se vislumbraba nada. Quise huir pero sabía que sería inútil: su rencor me acosaría siempre y, además, mi amada me tildaría de cobarde. Tratábase de matar o morir. Amar o ser olvidado. Tiré al bulto y esperé, perdida la noción de la realidad. Se oía zumbar el silencio. Encanecido mi cabello de repente, cuando el cochero regresó no pudo reconocerme.
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