Cuando ves por primera vez un duende: el mecanismo de defensa física se te dispara automáticamente, calculando los riesgos posibles, con objeto de adelantarse a los acontecimientos y tratando de que sean lo menos dañinos posible. Es lógico que el cerebro ponga a todo el organismo en situación y prevención de soportar un acto peligroso o de riesgo, -cualquier prevención es poca- ante un riesgo, del que no sabemos calcular la intensidad de sus consecuencias vitales.
Dice el refrán: es preferible prevenir que curar…, o toda prevención es poca…
En definitiva te vuelves un autómata y es que todo tu cuerpo está en peligro y por ello dirigido automáticamente por tu Sistema Nervioso.
Eres dirigido desde lo más profundo de tu ser y las defensas se preparan automáticamente para un posible riesgo o asalto. No podía distinguir quién era.
Algo en mi interior me instaba a entablar un diálogo abierto con este ser desconocido.
No veía nada que pudiera aclararme lo ignorado pero notaba en sus palabras un deseo de entendimiento, que jamás –posiblemente- había experimentado.
Me trataba de igual, pero pronto desapareció entre la espesura del bosque al ver a otro humano.
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