jueves, 5 de enero de 2017

22 - LA SANGRE, de Francisco Molina

Ni yo mismo he podido entender el significado de sus andanzas. Debe estar hermanado con las neuronas y, -sin poder impedir sus actos- de cuando en cuando, salen en persecución de una conquista amorosa.
Para nada tienen que ver las estaciones del año, tampoco el estado anímico en que me encuentre, mucho menos el físico, lo sexual o el relajamiento laboral. Es como el Periquillo Palotes que se amanece a golpe de bombo y no para de martillear mi costado, hasta que llega a saciar su sed o desgastan sus latidos los flujos efervescentes de sus temores.
Quizás sea el ímpetu egoísta o posesivo de conquistar a la hembra, que en un momento determinado hace vibrar las miofibrillas del músculo cardíaco, donde las energías se acumulan aceleradamente en los iones de sodio o potasio, tan sólo con el cruce de las miradas relampagueantes, cuando ocurre entre dos seres de sexo opuesto. También puede surgir, por el desdén prematuro, como coraza que evita la atracción mutua y que casi siempre es ficticia.
Es posible que sea así, como empieza todo...
Desde luego, también; cuando el hambre le atenaza la garganta y llega a dar aire a su corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.