miércoles, 24 de enero de 2018
195. EM, de natalia Sanmartin
¿Qué era el duelo en ese entonces para mí? Quizá la muerte anticipada de mi anciana madre, o quizá la pérdida del que en aquel momento era el empleo de mi vida... Supongo que no lo sabía. Ahora lo tengo claro y sé que no existen peores pérdidas que la de uno mismo. Te preguntarás cómo es posible que me haya perdido, y tal vez creas que miento cuando te digo que así es; pero lo cierto es que he perdido mis textos y mis pasos, y en poco tiempo perderé mi habla y mi respiración... ¿Qué queda entonces de mí si con ello también se han ido mis sueños? Queda algo peor que la nada. Queda lo único a lo que todavía le doy vida sin yo quererlo, lo único que deseo perder pero que sé que sólo morirá conmigo. Queda mi enfermedad, me queda la esclerosis múltiple...
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