miércoles, 24 de enero de 2018
193. TARDE DE DUELO, de Luis Mª Criado
Yo tenía nueve años, cuando en una fría tarde de invierno, mi madre nos cogió de la mano a mí hermano pequeño y a mí y nos dejó en casa de la vecina, diciéndole a esta, que iban al duelo del abuelo. ¡¡¡Uauuu!!! El abuelo se batiría en duelo. ¡Mi abuelo! Ese hombre tan mayor al cual yo lo veía en blanco y negro sentado en su eterno sillón orejero. En esos momentos deseaba bajar a la calle y decir en voz alta a mis amigos, lo importante que era mi abuelo. Mi imaginación no paraba de ver a mi abuelo con capa larga, sombrero de ala y una brillante espada en sus manos. Me pasé la tarde mirando tras la ventana empañada y la noche pronto cayó. Ya estamos en casa, caras largas y tristes de los mayores, los hombres serios, las mujeres llorando, creo que yo era el único con esperanzas que mi abuelo ganaría ese duelo. Me acerco a la mesa donde están todos y parece que soy invisible. Saco fuerzas y valor de un niño de esa época, años sesenta y pregunto… ¡Que! ¿No me vais a decir como ha quedado el abuelo en su duelo?
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