miércoles, 24 de enero de 2018
180. OTROS, de Miguiel Ángel Jiménez
Dudo mucho que puedas hacerlo, así que entra en casa, dijo Jean. Peter se giró y entró por la puerta. Imbécil, creí que tendría que pegarlo, pensó Jean mientras se sentaba en la mecedora del porche. Dentro, Peter se apoyó en la puerta, apretó los puños y dijo: nunca más me tocará. Se dirigió a la cocina, cogió la escopeta que había encima de la nevera, la cargó y volvió a salir. Jean seguía en el porche fumando. Peter salió con la escopeta; Jean le miró y sonrió mientras decía: al fin te has decido im-bé-cil. Peter miró a su padre, ese viejo gordo que le hacía la vida imposible, le apuntó; pero Peter empezó a sangrar. Por la espalda apareció Mafalda y gritó: ¡nadie matará al hombre de mi vida!, mientras le atravesaba con un puñal. Peter miró a su madre; tenía el rostro desencajado y la mirada perdida, como si no estuviera viva. Jean dio una larga calada y contestó: bien dicho cariño, ya tendremos otro hijo. Peter cayó y golpeó contra el suelo mientras miraba como su padre continuaba riéndose; ya solo puedo escuchar: cariño, entiérralo junto a los otros. Y Peter pensó mientras moría: ¿qué otros?
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