domingo, 14 de enero de 2018

116. DUELO POR ERROR, de Mª José Escudero

El destino se había equivocado al colocarlo en aquella página de la historia. Nació sosegado, la lectura y la contemplación del cosmos ocupaban su tiempo, sin embargo, su vida acabó decidiéndose en un combate de sables. Por un error del viento, su guante fue a caer a los pies del Maestro de esgrima. Éste, que tenía una perversa inclinación a la violencia, aceptó tan inesperado desafío y, sabiéndose ganador, decidió que fuera a muerte.
En ocasiones, sin querer, había sido testigo en la distancia de duelos inútiles al amanecer y debido a su actitud conciliadora lo acusaron de no tener sangre en las venas. Pero él siguió leyendo y siempre pudo mantenerse al margen, aunque, a decir verdad, su suerte fue efímera.
La cita fue en el bosque cuando la luna se iba. Con la primera y única estocada se le abrió el pecho y un borbotón de letras—vocales y consonantes, mayúsculas y minúsculas, bastardillas, redondas y negritas—brotó de su ilustrado corazón y formaron una charca desecada alrededor de su cuerpo.
Murió al instante, sin comprender por qué mueren los hombres. Y todos los allí presentes se quedaron sin palabras.

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