Soy químico de profesión y cómico de vocación. La diferencia de potencial entre ambas disciplinas la cortocircuité apuntándome a clases de teatro, buscando cierta difusión osmótica, cierta permeación entre ambos mundos y tratando de alcanzar el equilibrio entre ellos, aunque fuera inestable. Al principio me asustó la terminología de los teatreros, es compleja. Palabras como partitura o privilegiar, se tiñeron de un nuevo significado. La reacción entre un ácido y una base, fue el mejor oxímoron que me vino a la mente cuando me pidieron un ejemplo. La lucha entre mi yo químico y mi yo cómico fue muy reñida hasta que me subí por primera vez a un escenario. Ese día, ser consciente de que me había precipitado al escoger profesión, fue toda una anag no sé qué leches. Urge encontrar una solución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.