CABALLERO. - ¡Alto ahí!
Dícese que el honor de mi hermano herís.
¡Hombre ruin sois si a su mujer deseáis!
¿Sois quien de noche su casa merodeáis?
¿Quien, por Piélagos, de él os reís?
Vuestra tentación es pecado,
débil cual ese acero veneciano.
Enseñaros he a tener alma guardada,
a no usar cizaña cual daga envenenada,
y si fuere menester,
mi hierro blandiré y ensangrentado,
después envainaré.
JOVEN. - En tres cosas os confundís:
nunca de amor presumí,
ni palabra dañina difundí.
¡Desenvainad pues!, mi ropera espera haceros sentir
el frío acero, que toledano es y no veneciano como decís.
Lo segundo en que erráis
es que no soy hombre como pensáis
que en verdad soy mujer
y más valiente que ningún ser.
Paro por amor las estocadas que tiráis,
esquivo vuestra furia con mi habilidad
y el tajo a figura con passata di sotto,
por no mataros a vos, ni a ningún otro.
Rectificaré vuestra tercera confusión,
llorando de desesperación,
parando de contra os desarmo
espada y argumento,
jurando que no miento,
que a quien amo
y por ello pecado no siento,
no es a ella ni a él
es a una hija de ambos,
vuestra sobrina Isabel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.