viernes, 19 de enero de 2018

157. CUENTA ATRÁS, de Adrián Almalé

La fuerza de voluntad es algo tan real como el filo de mi espada o el cañón de mi revolver. Tan real que, de no haber sido por ella, la villa hubiera amanecido teñida de sangre.
Mi prometida había sido asesinada a manos del futuro Rey y yo me hallaba al borde del abismo. Recordaba cada te quiero y cada beso, su magnífico aroma o su infinita inteligencia. La rabia me carcomía y gritaba «rétalo, reta a todo hombre que ose mirarte mal esta mañana de primavera». Mas mi noble corazón mantenía mis armas enfundadas.
Se salvó el panadero, el herrero y hasta el clérigo. Se salvaron todos hasta que, al ir a por agua al río, allí estaba él. Tan impasible. Tan despreocupado junto a su séquito.
Mi corazón se escondió entre la calígine de mi mente, a salvo mientras todo ocurría.
No fue un duelo de caballeros. En absoluto. Las malas lenguas cuentan que fue una masacre, una mutación de un corazón deshecho en la mismísima Muerte.
Para mí, sólo fue la sombra del amor. Las consecuencias de volcar un reloj de arena tan frágil como mortal.

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