jueves, 18 de enero de 2018

145. SOMBRERO Y BOTAS, de alfonso Sebastián Lizarán

No recuerdo muy bien cuál es el motivo. Entre que soy un tanto olvidadizo con todo aquello que se dice y se hace de noche, y que no suelo preguntar después a nadie de los que están conmigo, acerca de lo acontecido, me resulta casi que imposible hacer memoria. Ahora ya da lo mismo, es igual, no importa si fue por alguna frase que dije intencionadamente, o por algún malentendido; tampoco recuerdo el lugar donde ocurrieron los hechos, ni quienes eran los demás. En fin, voy a asearme, afeitarme, y vestirme, que ya va faltando poco para que sea la hora acordada. No hay que preocuparse por más nada, hay tiempo de sobra. A las doce en punto es el duelo, que no sé si será a espada y daga, con pistolas, a primera sangre, o a muerte. Ya me enteraré a su debido momento, por la cuenta que me trae. Mientras tanto, voy a terminar de sacarle brillo a mis botas, y de peinar mis cabellos. El sombrero…¡ah! ¡sí!, está colgado en la otra percha... enseguida estoy listo….cuando usted diga nos vamos, caballero.

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